Como quien viaja a lomos, de un camión grúa que chirría, por Barna va conduciendo Lázaro; no preguntéis adónde.
Busca acaso a algún criajo, que le alegre el día,
y no halla más que un puto, que cobra lo que vende.
Sus ardientes almorranas, están echando humo,
sobre un asiento, cada vez más caliente y más alto.
Por las paredes del bar, desparrama el zumo,
del vaso de su hermana, que grita con voz de contralto:
¡Ya, en el Corte Inglés..., debe ser Primavera!
¡Ya, en el Corte Inglés..., debe ser Primavera!
Cruza por delante de su jeta, un autobús interminable,
el piso donde habita, es una sucia gorrinera,
desolado paisaje, de basura, andamio y cable.
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Vive en el número siete, calle Mandanguería,
quiere mudarse, hace años, al barrio de la Boquería,
pero siempre que lo intenta, aparece su madre, y la lía.
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En la escalera se sienta, y escucha como un pájaro le pía:
"E-Moal, tienes más de cuarenta años, eres una porquería
absurda, un parásito, un loco, un pisamierdas de aceras;
"E-Moal, tienes más de cuarenta años, eres una porquería
absurda, un parásito, un loco, un pisamierdas de aceras;
tienen mucha razón, los que te llaman Lázaro Porqueras.
¡Por malo y estúpido, has perdido, hasta el último tranvía!"










